LOS CAÑONAZOS DE LÁNGARA

            De las muchas virtudes que aglutinaba el juego de Isidro LÁNGARA, la extraordinaria potencia de sus disparos fue la que más fama le proporcionó.

            Desde su llegada comenzó a asombrar. Con la temporada iniciada, en diciembre de 1930 se presentó en Oviedo cuando era un muchacho de 18 años, desconocido, pero que llamó la atención por su presencia física (su aspecto de atleta le llevaría a ser el modelo que Víctor Hevia utilizaría más adelante para el grupo escultórico en homenaje a Don José Tartiere situado en el Paseo de los Álamos) y, sobre todo, por la forma que tenía de golpear al balón. El equipo estaba falto de un goleador desde la marcha de ZABALA.

            Se presentó en Teatinos para hacer una especie de prueba, le prestaron unas botas y el entrenador Patricio O'Connell ordenó que le centrasen balones desde las bandas para apreciar cómo remataba. Bajo los palos, el gran portero e ídolo local ÓSCAR ÁLVAREZ. El remate del primer balón, que le venía a media altura, lo empalmó con gran virulencia estrellándolo contra el larguero ante el asombro de los presentes. El segundo trallazo acabó en la red de la portería de un ÓSCAR que no había podido hacer nada para detenerlo. Cuando repelió con los puños el tercer disparo, se sopló los dedos.

            O'Connell ordenó que le centrasen para observar su remate de cabeza (en una de las bandas estaba un jovencísimo «EMILÍN» sirviendo balones). Desde el primero dejó constancia de que también dominaba esa faceta (los ojos abiertos y gran potencia; y había que ser valiente para impactar aquellos balones duros como piedras y con el encordado por afuera). ÓSCAR dejó su puesto bajo los palos a BENJAMÍN, portero con fama de duro. Los presentes comenzaban a realizar apuestas sobre el número de balonazos que podría resistir mientras los chuts se sucedían.

            En aquellos tiempos el jugador vasco Félix SESÚMAGA era el prototipo de chutador con el disparo más duro. Cuando finalizó el entrenamiento BENJAMÍN dijo: "éste es SESÚMAGA multiplicado por cien". Hora y media más tarde estampaba su firma por el conjunto azul.

            El irlandés O'Connell no necesitaba más pruebas, lo tenía muy claro y dijo: "señores, es como quien se encuentra con una mina de oro" y decidió que el domingo 7 ya jugaría contra el Athletic de Madrid. Dicho y hecho, victoria por 4-1 con dos goles de LÁNGARA, uno de ellos merced a un disparo desde más de 30 metros que se tardó en aplaudir por la incredulidad que causó entre el público. Y eso que al principio jugó como interior izquierda, ya que desde la directiva se quería que ÁLAMO se mantuviese en el puesto de delantero centro.

            La llegada a Oviedo de LÁNGARA se había producido por una gestión de un viajante de tejidos llamado Antxón Subijana que habló a la familia Botas de la existencia de una "perla guipuzcoana" que jugaba en el Tolosa. Comisionado por la directiva oviedista, uno de sus miembros, José Escotet, adquirió los derechos federativos por una cantidad total de unas 9.000 ptas. Junto a otros conceptos, poco superior fue la cifra final de una operación que iba a resultar histórica. Poco tiempo después en San Sebastián no entendían cómo se le podía haber escapado a la Real Sociedad el que iba a ser considerado por muchos, el mejor delantero centro del fútbol mundial del momento, una fama mucho más meritoria teniendo en cuenta que jugaba en un equipo que no era de los considerados "grandes".

            Cuando el portero del Español Lázaro FLORENZA llegó a Buenavista para enfrentarse a los oviedistas en la temporada 1933/34 (la casualidad quiso que aquella tarde debutase con los azules otro portero de nombre FLORENZA, Francisco), le preguntó al popular "Chato" —conserje del campo— desde dónde le había marcado LÁNGARA un gol en la primera jornada al portero del Barcelona NOGUÉS, pues había sido noticia en la prensa nacional la distancia desde la que había golpeado el esférico. Cuando "el Chato" le indicó el lugar FLORENZA dijo: "será verdad, pero desde ahí, a mí no me marca un gol Lángara aunque me aten las manos". La casualidad quiso que LÁNGARA lanzase una falta en aquel partido desde un lugar próximo; lanzó y ¡gol! FLORENZA hubo de tragarse sus palabras.

            Tras debutar con España en el partido inaugural de Buanavista, el seleccionador convocó para los siguientes encuentros al atlético ELÍCEGUI. Se organizó durante las fiestas de San Mateo de 1933 un encuentro entre sus equipos, con el atractivo de establecer un duelo entre los dos delanteros. Ganó el Oviedo 7-1 y LÁNGARA anotó los siete goles. Entre éso y los números de LÁNGARA en 1ª división, poco después ya nadie pondría en duda quien debía ser el titular indiscutible en el equipo nacional.

            Algunos ejemplos de lo que significaban los remates de LÁNGARA para quienes disfrutaron de su juego:

            Tras un encuentro entre el Madrid y el Oviedo disputado en la capital de España, escribió lo siguiente:

            "Yo recuerdo aquel formidable delantero uruguayo que se llama Petrone, aquellos tiros largos suyos sobre la marcha, a balón parado, como y desde donde fuera. Pues desde entonces yo no he visto ningún delantero centro en el mundo, tirar con la facilidad, con la potencia que ayer le vi tirar a Lángara".

            Sobre las discusiones que existían sobre que delantero centro debería utilizar el seleccionador García Salazar (ELÍCEGUI y CAMPANAL eran dos de los muchos destacados que pugnaban con LÁNGARA por el puesto), opinaba:

            "Lángara es más rápido. Posee además mayor violencia en sus remates, verdaderos cañonazos con los dos pies. Y de cabeza no tiene que envidiar nada a nadie. Frente al marco y dentro del área da una mayor sensación de peligro que Campanal".

            Siendo un confeso forofo del Valencia, escribió:

            "Un día, con ocasión de la visita del Oviedo, un disparo de Isidro Lángara -aquellos sí que eran disparos en el sentido literal de la palabra- viene a golpear en la nariz de Farinetti, un amigo de cuadrilla a quien tuvimos que llevar a la Casa de Socorro con toda urgencia para que le cortasen la hemorragia".

            Con ocasión de la Eurocopa de 1980 lamenta la falta de garra y modelo de juego del fútbol español y escribe lo siguiente al recordar a LÁNGARA:

            "Los nórdicos, conscientes de que las murallas defensivas son hoy difícilmente vulnerables, lanzan de lejos, desde cualquier distancia y posición. Al menos la mitad de estos tantos se producen mediante trallazos desde fuera del área, sin preparación alguna. Son los suyos goles al estilo Lángara. En aquellos tiempos Lángara sólo había uno: hoy hay muchos entre británicos, alemanes, belgas, holandeses. Casi podría afirmarse que en el otro fútbol todos son Lángaras, no desgraciadamente en el nuestro, donde no hay rematadores, no ya de largo, sino a media distancia".