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GRANDES EN LA SOMBRA

Antonín y el Chato
 
"Antonín" y "el Chato" tras las verjas en el campo de Buenavista

            Sobre todo en la época en la que el fútbol no estaba profesionalizado, en sus orígenes, muchos fueron los personajes que realizaron una impagable labor altruista para que el balompié alcanzase la relevancia que tiene hoy en día, al margen de los futbolistas. En Oviedo, por ejemplo, Emilio Viñuela cobró una gran importancia en el trabajo que realizó en el R.Stadium como una especie de secretario técnico. O José Rodríguez, más conocido como "el marqués de Llamaquique", delegado también del Stadium, que recibió el apodo por su habitual presencia en el campo de Llamaquique, donde jugó muchos años el equipo y que, tras la fusión de su equipo con el Deportivo, se convertiría en delegado permanente del Real Oviedo, con quien demostraría grandes dotes organizativas en sus primeros años de existencia.

            Quizás, el personaje más conocido dentro de estas figuras haya sido Jesús Díaz Rodríguez, conocido por "el Chato". Sustituyó a Barriguera (primer utillero del Real Oviedo) ya en 1926 y desempeñó su labor durante casi 45 años, hasta su fallecimiento en 1971, siendo un ejemplo de dedicación y amor a unos colores.

            Primero en Teatinos y después en Buenavista (donde tenía su vivienda), hizo de todo por la entidad. Como utillero, ayudado por gente como Heriberto Cámara, el popular "levitu"—, o como "Manolín", algunos de esos otros personajes que merecen reconocimiento, cuidaba al detalle los gustos y manías de los jugadores sobre botas y demás prendas. Pero también era conserje de un campo que cuidaba y vigilaba como si fuese suyo y, a veces, hasta consejero de jugadores, con muchos de los cuales establecía una arraigada amistad («EMILÍN» por encima de todos).

            Durante casi 45 años vió pasar una enorme cantidad de futbolistas, conviertiéndose en un conocedor de primera mano de la historia del club azul.

            Otra de estas figuras era Antonio Fernández García, "Antonín", masajista del club durante toda una época (desde noviembre de 1950 hasta su jubilación en septiembre de 1978). Por sus milagrosas manos pasaron todos los futbolistas del Real Oviedo. Los particulares medios que empleaba, consiguieron recuperar en tiempo récord a muchos de ellos, alcanzando gran fama.

            Así, en aquellos tortuosos viajes por carretera de los años cincuenta, atravesando España de punta a punta para disputar los partidos (muchas veces se tardaban dos y más días en la ida más otros tantos en el regreso), en las expediciones oviedistas, el utillero, el masajista y el conductor del autobús ("el Chato", "Antonín" y Roces), alcanzaron tanta popularidad como muchos de los miembros de la plantilla deportiva. Sin el profesionalismo que fue apareciendo después paulatinamente, eran gente que lo daba todo por un club que amaban profundamente.

            Cuando el fútbol perdió ese romanticismo, ese tipo de figuras también fueron desapareciendo.

            Años después, la situación de extrema gravedad que atravesaría el Real Oviedo, sobre todo durante el verano de 2003, con un más que evidente riesgo de desaparición, conllevaría que surgiesen quienes, a imagen y semejanza de aquellos "locos" de otras épocas, diesen un paso al frente para trabajar por y para la entidad, sin ningún afán de protagonismo y con la única finalidad de sacarlo adelante. Si los anónimos aficionados que así obraron fueron multitud, desde dentro de la entidad también los empleados dieron ejemplo, trabajando sin descanso y mucho más allá de lo exigible. Si hubiese que personalizar, quizás las figuras de Evilasio Sánchez Ibargüen, "Vili" y de Javier Amieva representen como nadie esa actitud. "Vili" se puede decir que hizo de todo para que la actividad administrativa del club continuase adelante (lástima que años después echase por tierra esa imagen ganada por ponerse del lado de quienes maldirigían la entidad en contra de los aficionados de a pie mucho más allá de lo exigible por su condición de trabajador por cuenta ajena) y Javier Amieva fue el máximo responsable de que se salvase todo lo posible del organigrama deportivo, coordinando el funcionamiento, en precario y con todas las dificultades imaginables, de la escuela deportiva del Requexón y de los equipos de categorías inferiores. El que fuera utillero durante más de un cuarto de siglo, Donato Aumente, también merece ser destacado junto a otras figuras (Vicky en las oficinas —hija de Celestino Rubiera, quien también estuvo al servicio del club desempeñando diversas funciones durante toda una época— y Marcelino García en el Requexón, por ejemplo, se convertirían aquel verano en algunos de los rostros más familiares de los aficionados). La brutal regulación de empleo que conllevó el descenso a 3ª división de más de cincuenta empleados a sólo cinco— hizo que su amor a los colores le llevara a anticipar su jubilación en beneficio de su entonces ayudante y a renunciar al cobro de cantidades adeudadas por la entidad, pese a lo cual continuó al pie del cañón trabajando para el club, como hicieron otros como Manolo Ruiz ejerciendo como delegado, el doctor Manuel Rodríguez o el fisioterapeuta Manuel Barreto.

 
Vili
J. Amieva
Donato A.
 
Evilasio Sánchez, "Vili"
"Javi" Amieva
Donato Aumente
 

            Todos ellos y muchos otros, merecen ser reconocidos y tener un espacio en la historia del equipo oviedista.

 
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