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ESTADIO DE BUENAVISTA

Buenavista (24/04/1932)
 
aspecto de Buenavista en el partido inaugural (24/04/1932)

            A finales de 1927 se realizaron gestiones para que el partido internacional de selecciones entre España e Italia, que se estaba organizando, se disputase en Oviedo. El Comité Nacional desestimó la petición argumentando que el campo de Teatinos no reunía las condiciones necesarias para acoger un encuentro de este tipo. Y no le faltaba razón (los graderíos del campo estaban formados por tablones de madera).

            Ese partido se jugó el 22 de abril de 1928 en el Molinón gijonés, que estrenaba una nueva tribuna construída en tiempo récord.

            En la ciudad comienza entonces a tomarse conciencia de la necesidad de construir un nuevo estadio de fútbol. Las primeras intenciones eran las de acometer una obra que, además de incluir un campo de fútbol con un aforo cercano a las 20.000 localidades, contase con otras instalaciones deportivas como pistas de atletismo o piscinas. Las pretensiones elevaban el presupuesto hasta unas cantidades no asumibles por el Ayuntamiento ovetense. Se cifraba su coste en más de 400.000 ptas.

            Se realizaron estudios financieros sobre la viabilidad del proyecto, constatando la necesidad de que se solicitase un crédito y de que el Ayuntamiento realizase una emisión de obligaciones para llevar a cabo el empréstito.

            Tras analizar varios posibles emplazamientos comienza a tomar forma la idea de ubicar el estadio en unos terrenos alejados del centro urbano (como no podía ser de otra forma, con las familias burguesas como la Tartiere al frente de las gestiones) en lo que se pretendía bautizar como "ciudad jardín". Sobre la base de que se produjese la cesión de los terrenos, la viabilidad se veía más próxima. La solución final para acometer la obra consistió en la creación de una sociedad anónima que fuese la propietaria del estadio. Así nació la "Sociedad Anónima Stadium".

            En enero de 1930 los arquitectos Francisco Casariego, Enrique R. Bustelo y el ingeniero Ildefonso Sánchez del Río presentan un proyecto de estadio más modesto (262.604,55 ptas. era el presupuesto). La interpretación funcional aportada por el ingeniero Sánchez del Río, con la gran innovación que suponía el uso del hormigón armado, hizo posible un resultado brillante. Este nuevo material, tras la lógica lenta introducción inicial en el mundo de la construcción (en España se usó por vez primera precisamente en Oviedo, para los forjados de la cárcel inaugurada en 1907), sólo llevaba once años de pleno afianzamiento, tras ser utilizado de manera integral por primera vez para la construcción de un edificio público una iglesia en Francia en 1919. Ideó una tribuna basada en una estructura de pórticos planos de hormigón armado, que funcionaban como piezas de dominó colocadas en hilera, unidas a través de elementos secundarios. El resultado era un graderío con unas 4.000 localidades de aforo, de asiento y cubiertas por una visera que no precisaba ninguna columna de sujeción en sus 100 metros largos de longitud que obstaculizase la visión del terreno de juego. Fue bautizada como la "tribuna Sánchez del Río", en homenaje a quien la ideó, y pasó a ser la seña de identidad del estadio de Buenavista.

            Pese a la inicial falta de pretensiones se convirtió en algo admirado, no sólo por lo que tenía de novedoso, sino por el resultado final. Pier Luigi Nervi lo utilizó para el estadio de Florencia en las mismas fechas y pronto se copió la idea en otras construcciones futbolísticas y deportivas de todo tipo (Eduardo Torroja lo aplicó en 1935 en los madrileños hipódromo de la Zarzuela y frontón de Recoletos).

            La inauguración oficial fue por todo lo alto y el domingo 24 de abril de 1932 sí se pudo jugar un partido entre selecciones nacionales en Oviedo. La expectación por ver el primer enfrentamiento de la historia entre España y Yugoslavia desbordó todas las expectativas. En cifras, se vendieron 10.800 localidades sólo de general (el aforo se había establecido en unas 15.000 localidades, si bien se habló de la presencia de cerca de 20.000 espectadores), hubo trenes especiales desde distintas localidades como Santander, por la estación del Norte llegaron más de 6.000 personas y por la del Vasco más de 3.000, Oviedo se vio invadido por aproximadamente 4.000 automóviles, un afamado establecimiento de la ciudad sirvió más de 4.000 cafés en sólo doce horas y la recaudación del encuentro ascendió a casi 120.000 ptas.

 
España
 
la selección española posando antes del encuentro (oculto tras el ramo de flores, "el Chato", utillero oviedista)
DE PIE: Lafuente, "Chirri", Zamora, Gallart (supl.), Quincoces, L. Regueiro, Cilaurren, Ciriaco, Gorostiza, Pena (supl.)
AGACHADOS: Blasco (p. supl.), Lángara, Gamborena, Marculeta y "Tronchín" (supl.)
 
público
"Chirri"
 
el espléndido estadio se abarrotó
"Chirri" intenta marcar (Gorostiza alza los brazos al fondo)
 

            Destrozado por la guerra (en abril de 1939 se planteó la posibilidad de jugar un encuentro entre España y Alemania, lo cual era del todo imposible) fue sometido a una reconstrucción total que se realizó con cierta rapidez gracias al "plan de ciudades devastadas" aplicado por el Estado a ciudades que, como Oviedo, habían sido declaradas oficialemente "mártires" por el bando ganador.

            Los sucesivos déficits que sufría la economía del club desde su fundación, eran cubiertos temporada tras temporada por las aportaciones personales de Don Carlos Tartiere y otros benefactores. Tras su fallecimiento en 1950, los problemas económicos de la entidad se fueron agravando al haber desaparecido quien los solucionaba con su propio patrimonio y comenzó a plantearse la posibilidad de generar recursos mediante la venta del campo.

            Buscando fórmulas que atenuasen el problema, en mayo de 1953, el delegado provincial de sindicatos comunicó la decisión adoptada por los distintos gremios, de adquirir las acciones ofrecidas por la "S.A. Stadium" al precio de coste y en beneficio del Real Oviedo. Con esas aportaciones se solventaba el problema de inmediato, pero no la siempre deficitaria economía del club.

            La venta del campo al Ayuntamiento seguía en el horizonte. Era la forma de que no se especulase con los terrenos que ocupaba y de que el Real Oviedo tuviese asegurado de por vida un lugar donde disputar sus encuentros. El presidente Don José Díaz inició un proceso de operaciones de canje de acciones de la Sociedad Stadium y en febrero de 1954 hizo público, previa comunicación al alcalde Alonso de Nora, que el 98% de los títulos ya eran propiedad del club, con lo que estaba abierta la posibilidad real de proceder a la venta de la instalación al consistorio. La Sociedad Stadium dió el visto bueno a la operación formalmente en Junta extraordinaria celebrada el 21 de abril y poco después, en sesión extraordinaria , el Pleno del Ayuntamiento aprobó la compra del estadio (28/05/1954).

            El Oviedo se convertía en arrendatario de una instalación municipal. Si bien el precio sería casi simbólico y no iba a suponer una inyección excesivamente significativa para la entidad (como referencia cabe decir que sólo seis años más tarde, en la temporada 1960/61, el presupuesto del club, siendo de los modestos del fútbol español, ascendía ya a la cifra de 10.291.000 ptas.), la operación suponía ganar en seguridad para el futuro. Junto con el compromiso de que el Ayuntamiento garantizase le disponibilidad del campo para el equipo azul, se acordó que le sería concedida una subvención anual para facilitarle el desenvolvimiento económico.

            El precio de venta fijado fue de 842.901,97 ptas. y la forma de pago la siguiente:

- 600.000 ptas. al ser otorgada la escritura pública de compra-venta.

- El resto (242.901,97 ptas.) lo retendría en su poder el Ayuntamiento para satisfacerlo cuando lo estimase oportuno y fuese debido al Banco Hipotecario de España para cancelar el crédito hipotecario que gravaba el inmueble.

            El 22 de julio de 1958 el Pleno del Ayuntamiento acordó cambiar el nombre del campo de Buenavista y denominarlo Carlos Tartiere.

 
tribuna
años 60
 
tribuna "Sánchez del Río"
Buenavista en los años 60
 
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